Sombra Larga siempre ha sido una ciudad envuelta en misterio, pero esa mañana, la neblina parecía más espesa que nunca. El aire frío rozaba las calles empedradas, y las sombras de los edificios se alargaban como si intentaran tocar el suelo mojado. Mi llegada a la oficina del SDG fue recibida con el usual sonido de los relojes antiguos que marcaban el paso del tiempo, pero hoy todo parecía más lento, más pesado.
Doña Elena, como siempre, estaba en su puesto. No necesitaba hablarme para que entendiera que algo importante me esperaba. Sobre el escritorio, un sobre sellado con la inconfundible insignia del SDG capturó mi atención. Lo recogí, y mientras el crujir del papel rompía el silencio, una nueva misión se desplegaba ante mí: un gato de ojos brillantes, que había sido visto deambulando por los parques brumosos de la ciudad. Nadie sabía quién era o de dónde venía, pero su presencia coincidía con la desaparición de otros gatos. Mi misión era clara: encontrarlo, protegerlo y descubrir la verdad detrás de esas desapariciones.
Salí de la oficina con el peso del misterio sobre mis hombros. El parque de la Colina Gris, donde el gato había sido visto por última vez, se encontraba al otro lado de la ciudad. Sombra Larga siempre parecía retener sus secretos, y mientras caminaba por sus calles empedradas, noté cómo la niebla jugaba con las sombras, creando figuras que desaparecían tan pronto como las miraba. Las leyendas de la ciudad contaban que la niebla tenía ojos propios, y esa mañana, esas leyendas parecían más reales que nunca.
Al llegar al parque, el paisaje era aún más inquietante. Los árboles, desnudos por el otoño, se alzaban como guardianes en la bruma. Las luces tenues de los faroles apenas alcanzaban a iluminar el sendero de grava. Sabía que el gato estaba aquí, lo sentía en el aire. Los gatos siempre tienen una manera de aparecer cuando menos lo esperas, pero este en particular parecía ser diferente.
Mientras avanzaba por el parque, noté algo extraño en el suelo. Las huellas de un gato, pequeñas y ligeras, apenas marcadas en la tierra húmeda, avanzaban en una dirección clara hacia un grupo de arbustos espesos. Las seguí con cautela, sabiendo que un movimiento en falso podría hacer que el gato desapareciera de nuevo. Cada paso que daba aumentaba la sensación de que alguien, o algo, me estaba observando.
Finalmente, llegué al borde del parque, donde los arbustos formaban una barrera natural. Allí, entre las sombras, lo vi. Un par de ojos brillantes, observándome desde la oscuridad. Sabía que ese era el gato que buscaba. Su mirada penetrante reflejaba algo más que simple curiosidad, había una inteligencia detrás de esos ojos, como si estuviera esperando que yo lo encontrara.
Pero entonces, como si la niebla lo reclamara para sí, el gato desapareció entre los arbustos, dejándome solo con la fría bruma del parque. Me acerqué al lugar donde había estado, pero no había rastro de él, excepto por unas pocas huellas que pronto se desvanecieron en la tierra húmeda.
Mi misión no había hecho más que comenzar.
Decidí regresar al parque al día siguiente, pero esta vez, algo me impulsó a investigar un poco más. Recordé una historia que había escuchado hacía mucho tiempo, una leyenda local que hablaba de un gato con ojos como faros, capaz de ver a través del tiempo. Se decía que este gato aparecía solo en momentos clave, cuando algo importante estaba a punto de suceder. ¿Sería este el mismo gato? ¿Estaría intentando mostrarme algo que aún no entendía?
Volví a la oficina central del SDG y busqué entre los viejos archivos, en busca de pistas. Ahí encontré algo interesante: una serie de desapariciones de gatos que coincidían con la aparición del gato de ojos brillantes. En todos los casos, los gatos desaparecidos habían sido vistos por última vez en la misma área del parque de la Colina Gris. Algo estaba conectando a todos esos gatos, y el gato de ojos brillantes parecía ser la clave.
Regresé al parque por tercera vez, decidido a descubrir lo que estaba sucediendo. Esta vez, la niebla era aún más espesa, y el aire estaba cargado de una energía extraña. Caminé por el sendero conocido, hasta llegar al lugar donde había visto al gato por última vez. Allí, el silencio era casi ensordecedor.
De repente, un movimiento en los arbustos captó mi atención. Era el gato de ojos brillantes. Esta vez, no huyó. Nos miramos por un largo momento, y fue entonces cuando lo entendí. Los gatos desaparecidos no estaban siendo raptados, estaban siendo guiados por este gato hacia un lugar oculto, un refugio seguro lejos de la ciudad.
Seguí al gato hasta una pequeña cueva escondida entre las raíces de un árbol gigante. Dentro, encontré a los gatos desaparecidos, sanos y salvos. El gato de ojos brillantes los había estado protegiendo todo este tiempo, llevándolos a un lugar donde pudieran estar a salvo de los peligros de la ciudad. Comprendí que mi misión no era rescatar a estos gatos, sino descubrir su refugio, y ahora, mi tarea era asegurarme de que este lugar permaneciera en secreto.
El gato de ojos brillantes se acercó una vez más. Sus ojos, tan llenos de sabiduría, parecían decirme todo lo que necesitaba saber sin necesidad de palabras. Entonces, como si su trabajo aquí hubiera terminado, desapareció en la niebla, dejando tras de sí un silencio profundo.
Sombra Larga volvió a su ritmo habitual, pero algo había cambiado. Sabía que ese gato seguiría apareciendo cuando más se le necesitara, guiando a otros gatos hacia su refugio secreto. Y aunque nunca volví a verlo, sentí que su presencia siempre estaría entre las sombras, velando por aquellos que lo necesitaban.