Había una vez, en un rincón soleado de un jardín lleno de flores de todos los colores, una pequeña mosca llamada Maripí. Maripí no era una mosca común y corriente, ¡claro que no! Ella tenía un secreto muy especial que la hacía diferente a todas las demás moscas del mundo. Maripí podía comunicarse con los dispositivos electrónicos que usaban NFC. ¿NFC? ¡Sí! NFC es una tecnología mágica que permite a los aparatos hablar entre sí cuando están cerquita.
Todo comenzó un día cuando Maripí volaba felizmente por el jardín, disfrutando del aroma de las flores. De repente, notó un zumbido extraño que no venía de ella. Curiosa, se acercó a investigar y vio a un humano usando un teléfono móvil para pagar en una máquina extraña. El teléfono emitió un pitido y Maripí, sin querer, se posó sobre él en el momento justo. ¡Zas! De repente, se sintió como si estuviera dentro del teléfono. ¡Podía ver las aplicaciones y escuchar a los otros dispositivos hablando entre ellos!
Maripí estaba asombrada. “¡Guau! ¿Qué está pasando aquí?”, pensó. Decidió explorar más este nuevo mundo y voló a la ciudad, donde había muchos dispositivos esperando ser descubiertos.
En su primera parada, Maripí entró en una tienda de juguetes. Allí, vio una caja registradora que parecía muy importante. Se posó cerca de ella y, ¡pum!, estaba dentro de la caja registradora. “Hola, soy Maripí. ¿Quién eres tú?”, preguntó la mosca curiosa.
“Soy la caja registradora de la tienda de juguetes. ¿Qué haces aquí, pequeña mosca?”, respondió la caja registradora.
Maripí explicó su habilidad especial y la caja registradora le contó historias sobre los niños que venían a comprar juguetes y lo felices que se ponían al encontrar sus favoritos. Maripí escuchaba con atención, maravillada por las historias. De pronto, un niño se acercó con una tarjeta para pagar. Maripí observó cómo la tarjeta y la caja registradora conversaban rápidamente, y el niño se fue contento con su nuevo juguete.
Al día siguiente, Maripí decidió visitar una estación de tren. Allí, vio una máquina expendedora de boletos y se posó cerca de ella. ¡Paf! Estaba dentro de la máquina de boletos. “Hola, soy Maripí. ¿Quién eres tú?”, preguntó de nuevo.
“Soy la máquina expendedora de boletos. ¿Qué te trae por aquí, pequeña mosca?”, respondió la máquina.
Maripí le contó a la máquina su habilidad especial y la máquina expendedora le explicó cómo ayudaba a las personas a viajar a lugares lejanos y emocionantes. Maripí estaba encantada y decidió ayudar a una señora mayor que parecía confundida con la máquina. Volando cerca de la pantalla, Maripí hizo brillar las opciones correctas para que la señora pudiera comprar su boleto fácilmente. La señora sonrió y agradeció a la máquina, aunque nunca supo que una pequeña mosca había sido su ayudante secreta.
Las aventuras de Maripí no terminaron ahí. Un día, voló cerca de un parque donde había muchos niños jugando con sus juegos electrónicos. Uno de los niños dejó caer su dispositivo de juegos y Maripí, siempre curiosa, se posó sobre él. ¡Boom! Estaba dentro del juego. Allí conoció a personajes de fantasía y les ayudó a completar misiones y desafíos. Los niños no podían entender por qué estaban ganando puntos tan fácilmente, pero estaban muy felices.
Maripí se convirtió en una pequeña heroína secreta en su mundo. Ayudaba a los dispositivos a comunicarse mejor, facilitaba la vida de las personas y, sobre todo, se divertía muchísimo en sus aventuras. Cada día era una nueva oportunidad para descubrir algo emocionante y hacer nuevos amigos, aunque ellos no supieran que la responsable de su buena suerte era una pequeña mosca con un gran secreto.
Y así, Maripí siguió viviendo sus días con alegría, explorando nuevos lugares y haciendo del mundo un lugar un poco más conectado, una mosca a la vez. ¿Quién diría que una mosca podría hacer tantas cosas maravillosas?