Soy un agente del SDG, el Sistema de Distribución de Gatos. Desde que tengo memoria, he sentido una profunda conexión con los gatos. Mi trabajo es encontrar gatos especiales y llevarlos a las personas que más los necesitan. Hoy, quiero contarles una de mis misiones más intrigantes y emocionantes en Sombra Larga.
Una mañana, mientras revisaba unos documentos antiguos en la Oficina Central del SDG, sonó el teléfono. Al otro lado de la línea estaba Doña Elena, nuestra recepcionista y coordinadora de misiones. Su voz sonaba más preocupada de lo habitual.
—Tenemos un caso urgente —dijo con seriedad—. Un gato especial ha desaparecido en la ciudad. Se llama Jade, y según nuestras fuentes, posee habilidades únicas.
—¿Dónde fue visto por última vez? —pregunté, sintiendo un cosquilleo de emoción.
—En el barrio antiguo de Sombra Larga, cerca del Parque de las Sombras. Necesitamos que lo encuentres antes de que caiga en malas manos.
Colgué el teléfono y me dirigí al armario donde guardamos nuestras herramientas místicas. Cogí mi mapa antiguo de Sombra Larga y una brújula encantada que siempre me guía hacia la energía felina. Estaba listo para partir.
El Barrio Antiguo de Sombra Larga es un lugar lleno de historia y misterio. Sus calles empedradas y casas de fachada desgastada por el tiempo cuentan historias de épocas pasadas. Al llegar, sentí una extraña energía en el aire, como si algo o alguien me estuviera observando.
Me dirigí al Parque de las Sombras, un lugar envuelto en una niebla constante que le daba un aspecto casi irreal. Caminé por los senderos entre los árboles hasta llegar a una fuente antigua en el centro del parque. Allí, sentado sobre el borde de la fuente, estaba un anciano con una larga barba blanca y un sombrero de ala ancha.
—Buenos días, joven —saludó el anciano—. ¿Qué te trae por estos lares?
—Estoy buscando a un gato llamado Jade —respondí—. Me han dicho que posee habilidades únicas.
El anciano me miró con ojos penetrantes y sonrió enigmáticamente.
—Los gatos de Sombra Larga siempre tienen algo especial —dijo—. Pero Jade es diferente. Debes tener cuidado, joven, porque no eres el único que lo busca.
Agradecí al anciano y continué mi búsqueda por el parque. Usé la brújula encantada para detectar rastros de energía felina. La aguja giró y giró hasta que se detuvo, señalando hacia un callejón oscuro al final del parque.
Con cautela, me adentré en el callejón. Las sombras parecían moverse a mi alrededor, y el ambiente se tornó aún más misterioso. De repente, vi un destello verde en el suelo. Me agaché y encontré un pequeño collar con una piedra de jade incrustada. Estaba seguro de que pertenecía a Jade.
Mientras examinaba el collar, escuché un susurro detrás de mí.
—Ese collar no te pertenece —dijo una voz femenina.
Me giré rápidamente y vi a una mujer con una capa negra. Sus ojos brillaban con una luz extraña, y su sonrisa era tan enigmática como la del anciano en la fuente.
—¿Quién eres? —pregunté, manteniendo el collar firmemente en mi mano.
—Soy alguien que también busca a Jade —respondió—. Pero a diferencia de ti, no tengo intenciones tan nobles.
Antes de que pudiera reaccionar, la mujer lanzó un hechizo que me dejó aturdido. Cuando recobré la conciencia, ella y el collar habían desaparecido. Pero algo en mi interior me decía que no estaba lejos.
Recordé una vieja leyenda sobre una biblioteca oculta en el Barrio Antiguo, un lugar donde se guardaban secretos y conocimientos olvidados. Decidí buscar allí, con la esperanza de encontrar alguna pista sobre Jade y la misteriosa mujer.
Después de preguntar a algunos residentes locales, encontré la entrada de la biblioteca, escondida tras una pared falsa en un callejón estrecho. La puerta era de madera antigua, y al abrirla, un aroma a libros viejos y polvo llenó mis sentidos.
La biblioteca estaba iluminada por velas, y en el centro había una mesa con un libro abierto. Me acerqué y comencé a leer. El libro hablaba sobre gatos místicos y sus guardianes. Jade era uno de esos gatos, y según el libro, su guardián había desaparecido hace muchos años, dejando al gato vulnerable.
Mientras leía, escuché pasos suaves acercándose. Me escondí detrás de una estantería y observé. Era la mujer de la capa negra. Se acercó al libro y comenzó a leer, ignorando mi presencia.
—Así que el guardián de Jade está desaparecido... —murmuró para sí misma—. Eso hace las cosas más fáciles.
Decidí confrontarla. Salí de mi escondite y la enfrenté.
—¿Qué quieres con Jade? —pregunté firmemente.
La mujer se giró y me miró con frialdad.
—Quiero su poder —respondió—. Jade puede abrir puertas hacia otros mundos, y con él, tendré acceso a conocimientos y riquezas inimaginables.
Supe que debía actuar rápido. No podía permitir que Jade cayera en sus manos. Pero antes de que pudiera hacer algo, la mujer lanzó otro hechizo. Esta vez, sin embargo, estaba preparado. Usé un talismán protector que había encontrado en la Oficina Central del SDG y lo activé justo a tiempo para bloquear su ataque.
La mujer retrocedió sorprendida, y en ese momento, sentí una presencia a mi lado. Era el anciano de la fuente.
—Es suficiente, Ángela —dijo con voz autoritaria—. No puedes tomar a Jade por la fuerza.
La mujer, Ángela, bajó la mirada y suspiró.
—Maestro... —murmuró—. No tenía elección. Necesito su poder para salvar a mi pueblo.
El anciano asintió lentamente.
—Lo sé, pero esta no es la manera. Ustedes dos deben trabajar juntos para encontrar a Jade y resolver este problema de manera justa.
Decidimos formar una alianza temporal. Con la ayuda del anciano, seguimos las pistas que nos llevaron a una cueva escondida en las afueras de Sombra Larga. La entrada estaba cubierta de enredaderas, pero una vez dentro, encontramos un sendero iluminado por cristales brillantes.
Al final del sendero, vimos una figura felina sentada majestuosamente sobre una roca. Era Jade. Su pelaje verde resplandecía con una luz propia, y sus ojos nos miraban con una mezcla de curiosidad y sabiduría.
—Jade, hemos venido a buscarte —dije suavemente, acercándome con cautela.
Jade inclinó la cabeza y, para mi sorpresa, comenzó a hablar.
—Sé quiénes son y por qué están aquí —dijo con una voz melodiosa—. Mi guardián desapareció, y he estado esperando por alguien digno de reemplazarlo.
Ángela dio un paso adelante.
—No quiero tu poder para mí —dijo—. Quiero salvar a mi pueblo, que está en peligro por una maldición ancestral.
Jade la observó detenidamente antes de responder.
—La verdadera fuerza no reside en el poder, sino en la intención y el corazón de quien lo posee. Si trabajamos juntos, podemos encontrar una solución que beneficie a todos.
Jade nos condujo a un antiguo santuario escondido en la cueva. Allí, nos mostró un libro de hechizos que contenía la clave para romper la maldición del pueblo de Ángela. Trabajamos juntos durante días, combinando nuestros conocimientos y habilidades.
Finalmente, logramos romper la maldición. El pueblo de Ángela fue liberado, y Jade encontró un nuevo hogar donde sería protegido y amado.
Antes de despedirnos, Jade se acercó a mí.
—Tienes un corazón noble y valiente. El SDG está en buenas manos contigo.
Regresé a la Oficina Central del SDG con una sensación de satisfacción y gratitud. Doña Elena me recibió con una sonrisa cálida.
—Sabía que podrías hacerlo —dijo—. Jade está a salvo, y has demostrado una vez más el verdadero espíritu del SDG.
Y así, una vez más, la magia y el misterio de Sombra Larga nos recordaron que, con valentía y colaboración, podemos superar cualquier desafío.