En un pueblo entre sombras y niebla,
donde el sol se escondía al caer,
corría un rumor entre las tabernas:
“¡El Traga Luces vuelve a aparecer!”
Con su abrigo que brilla en la oscuridad,
y un sombrero que oculta su faz,
roba la luz de las lámparas viejas…
¡y el mundo se apaga sin más!
¡Traga Luces, Traga Luces!
¿Qué guardas dentro de ti?
No es maldad lo que consumes…
es un grito: “¡Alguien mírame así!”
Yo lo seguí con mi linterna en mano,
sin temblar, con el alma en pie.
Hasta el bosque, bajo el viejo roble,
vi su rostro… ¡y su verdad!
“Fui un soñador que quiso atrapar
la esencia pura del sol…
pero al guardarla en mi piel,
perdí el mundo… y mi calor.”
¡Traga Luces, ya no estás solo!
Lucía vino a entenderte al fin.
No necesitas más resplandor…
solo un alma que te vea así.
Ahora en cada ventana
brilla una llama en paz.
No por miedo… ¡sino por amor!
Y la oscuridad ya tiene luz al pasar.