En Lucería, un pueblito tranquilo y sombrío,
Vivía una niña con un gran desafío.
Luna era su nombre, de voz muy callada,
Un alma de artista, pero algo asustada.
Mas nadie sabía su gran vocación,
Oculta en el ático, con gran discreción.
Detrás de cortinas, su mundo esperaba,
Un taller secreto donde todo brillaba.
Con brillantina, tijeras y luces de un color,
Ella era arquitecta, una gran inventor.
Creando luceros de todas las formas y tallas,
Para coser el cielo, evitando las fallas.
¡Oh, Luna, Luna, la inventora sin par!
Una estrella se enciende y sube a volar.
Cada noche un secreto se va revelando,
Un pedazo de magia que está iluminando.
El cielo de Lucería nunca fue igual,
Gracias a su taller, su don especial.
Una noche, un golpe en el cristal sonó,
Y un pajarito azul, Azulín, apareció.
Con ojos curiosos, se hizo su amigo fiel,
Contándole historias del espacio y la miel.
Luna le contaba sus ideas brillantes,
Y él volaba lejos, con mensajes vibrantes.
La gente del pueblo empezó a murmurar:
"¿Quién nos está dando tanta luz para mirar?"
El alcalde curioso, siguiendo el destello,
Encontró a Luna creando, un secreto tan bello.
El miedo llegó: ¿y si pierdo mi paz?
Pero Azulín le dijo: "Tu luz es capaz."
"Comparte tu arte, no guardes el don,
Que la luz que tú creas es una bendición."
Y Luna, la tímida, por fin aceptó,
Su taller al pueblo, la noche mostró.
La gente aplaudía, con el corazón lleno,
Nunca más el cielo fue un lugar sereno.
¡Oh, Luna, Luna, la inventora sin par!
Una estrella se enciende y sube a volar.
Cada noche un secreto se va revelando,
Un pedazo de magia que está iluminando.
El cielo de Lucería nunca fue igual,
Gracias a su taller, su don especial.
Y Luna aprendió, con la noche estrellada,
Que la magia es completa cuando es compartida.
Ahora el taller es un portal de sueños,
Donde cada niño crea sus propios diseños.