En el corazón de un barrio
que siempre está en paz,
Vivía la niña Zara, sin mirar jamás atrás.
Curiosa y aventurera, con chispa en su mirar,
La casa de los Gómez era su único lugar.
Cada rincón, un misterio, cada sombra, una pista,
Convertía lo normal en una gran conquista.
Un día en el baño, ¡alto, alto! sin pensar,
Encontró un frasco antiguo, de cristal color mar.
No, ¡carmín! Rojo intenso,
como un rubí viejo y noble,
Lo tomó con cuidado, temblando cual roble.
"¿Qué secreto guarda?", pensó con gran emoción,
Mientras perdía el agarre, ¡ay, qué gran error!
¡Crash! El frasco carmesí cayó y se quebró,
Una nube de perfume el ambiente llenó.
¡Un olor antiguo y fuerte, que no quería marchar!
El secreto del frasco invadió todo el hogar.
¡Ventanas abiertas! ¡Aire puro! ¡Qué fatalidad!
El aroma persistente trajo la intranquilidad.
La familia Gómez con el pánico total,
Noches sin descanso, ¡el ambiente olía mal!
Zara se sentía mal, pues la culpa era de ella,
Y juró que encontraría, ¡la solución más bella!
Recordó a su abuela, con su mágica lección:
Un olor se combate con una nueva creación.
La cocina es un laboratorio,
¡el fregadero es la meta!
Hierbas y especias, con una gran libreta.
Probó pimienta, clavo, vinagre y mil sabores,
¡Pero el frasco carmesí resistía a los errores!
Después de tanto intento, llegó la gran luz,
¡La fórmula perfecta colgaba de su cruz!
Lavanda, limón fresco y menta del jardín,
Una mezcla que combate el aroma ruin.
Poco a poco, el olor antiguo desapareció,
¡La frescura de la casa, por fin, regresó!
¡Crash! El frasco carmesí cayó y se quebró,
Pero la niña Zara el problema superó.
Con lavanda, limón y un toque de menta,
Demostró que un error es una nueva cuenta.
Y la casa Gómez volvió a respirar en paz,
El secreto del carmesí es que siempre aprenderás.